Cuando uno visita Escocia no puede pedirse ‘un whisky’. Al menos si uno no quiere que se le confunda fácilmente con un recién llegado. Estamos en la tierra donde el whisky se pide por nombre o incluso por su edad, es decir, por el tiempo que ha pasado envejeciendo en añejas barricas de roble. Se podría decir que al igual que en Francia uno pone cuidado a la hora de pedir un vino, y quizás esto sea algo heredado de esa histórica alianza entre Escocia y Francia, en Escocia ha de cuidarse también el whisky que se pide.
Un vaso de este ‘dorado licor’ será para degustar uno de los muchos ‘single malts’, el más puro y exquisito placer de las destilerías escocesas. Pero también podría ser uno de los cientos de ‘blended malts’. Hechos de una mezcla de ‘single malts’ y’ grain whiskies’, y que hoy en día son los más consumidos en todo el mundo.
Tanto si uno escoge un claro y delicado ‘blended’ como si apuesta por el oscuro, ahumado y áspero sabor de un malta de las islas, lo que uno estará degustando será nada más y nada menos que la gaélica ‘agua de vida’, significado de la expresión uisge – beagh, de la que el whisky toma su nombre.
El origen de esta bebida se encuentra en los monasterios y abadías medievales. Aquí, se utilizaban destilados de este tipo para curar ciertas dolencias, de ahí el nombre de agua de vida. Teniendo esto en cuenta, se sabe que en Escocia se destila ‘malt’ para hacer whisky desde S. XV, merced a un documento de la contabilidad real que recoge la entrega de cebada al fraile John Cor para hacer agua de vida.
Al margen del propio proceso de elaboración que sin duda es mejor conocer in situ, en una destilería, ya que es una de las mejores experiencias cuando se visita Escocia, existen 4 grandes zonas de producción de whisky escocés: Highlands, Lowlands, Speyside e Islay y Campelbeltown (en el suroeste escocés).
Normalmente se generaliza acerca de las diferencias del whisky procedente de cada zona, sin embargo, de cada alambique se obtiene un ‘agua de vida’ diferente. Y en cada destilación, con unas características propias que lo hacen único, como una huella dactilar. Por eso en Escocia, el whisky se pide por marca, que es como llamarlo por su nombre. La relación entre los escoceses y el whisky, es casi como una relación familiar, como un hermano del que están orgullosos y con el que disfrutan a su lado.